viernes, agosto 04, 2006

Agosto

Durante este mes, la ciudad siempre está como dormida. Apenas hay nadie deambulando (cuatro pobres currantes y algún guiri despistado), los comercios y bares cerrados, no hay vida en las calles. Es lógico, teniendo la playa aquí al lado, incluso los que trabajan este mes se escapan cuando pueden a pasar la tarde rebozándose en arena.

Yo no soy muy playera. Siempre he sido más bien de secano, y cocerme en mi jugo al sol y ponerme pringosa de arena no me hace mucha gracia tampoco. Sin embargo me gusta mucho el ambiente de la playa, el fresquito que hace por las noches, las terrazas... Me gustaría tener algún día un lugar donde escaparme los fines de semana aunque no pisara la arena, pero poder cambiar de aires de vez en cuando. Como decía una amiga mía, "al menos cuando friegas los platos, los azulejos son de otro color".

Tengo vacaciones la segunda quincena del mes, y aún no sé qué voy a hacer. No tengo muchas opciones, los niños estarán conmigo y a esos no hay quien los mueva de la ciudad, y tampoco tengo donde llevarlos de todas formas. Igual pillaremos unos días de playa y quizá alguna acampada por donde corra el fresco, pero nada espectacular. La paga extra se va íntegramente en libros de texto en Septiembre, así que nada de veraneo.

Jose y yo tenemos un pequeño sueño en común. Él tiene un terreno edificable en el campo, y a mí me encantaría construir en él una casa de madera. Me encantan las casas de madera tipo canadiense, con un gran porche y rodeadas de arbolado, para sentarse al anochecer en la mecedora (ya, ya sé, solo falta la armónica). Esa es mi parte del sueño, la de él consiste en una piscina subterránea, en el sótano, con suelo de mármol estilo terma romana.

Habrá que intentar fusionar los dos sueños en uno, para que los meses de Agosto resulten más amenos en el futuro.