martes, abril 25, 2006

Como me da la gana...

...pues subo un dibujo de mi niña que me encanta. Ana está preparando un comic completo para un concurso de dibujantes noveles, y me gustaría que lo viérais. El mes que viene sabremos cómo ha quedado, ya os contaré.

La cosa mejora

Estupendo, ahora se ha ido Carmen, otra compañera de trabajo. Y se ha ido así sin avisar, que mañana no vengo que me teneis harta.
Esto va mejorando por momentos, ahora tengo que hacer mi trabajo y el de ella. La supervisora tiene las hormonas descompensadas últimamente desde que se fue Fran, y ahora con esto ya ha perdido la olla definitivamente. No hace más que pegar gritos, correr de un lado a otro y ponerme histérica a mí, porque como todo el mundo sabe, el encargarte 4 o más cosas a la vez mejora ostensiblemente la eficacia de un empleado. Estoy haciendo cosas que no tienen que ver ni de lejos con mis habilidades, mis conocimientos y mi contrato.
Lo que más jode es saber que estoy así porque no he sabido lamer los culos adecuados, porque los dos compañeros que me quedan no hacen lo que no quieren hacer. Uno porque es subnormal (no es coña, nos han metido un disminuido psíquico que me sigue todo el día como un perrito para que le explique cosas que no entiende, las mismas cosas que llevo ocho meses explicándole), y la otra porque se toma las copas con la jefa. Luego la pone más verde que los cojones del increible Hulk, pero a la cara no tiene más que sonrisas.
De todas formas, sé que esto es lo más a lo que puedo aspirar. He pasado por empresas tan sumamente asquerosas que en comparación ésta es un modelo de virtudes, y una mileurista con contrato indefinido y sin formación universitaria todavía puede llorar por un ojo. Como siempre, lo que me revienta es el trato que se da a las personas en esta empresa, no las condiciones de trabajo en sí.
Es muy triste, pero cada día hago menos y con menos gana. Las buenas intenciones, las ganas de hacer cosas se han ido evaporando y ya no me queda nada más que hacer mis ocho horas diarias y ni un minuto más, y olvidarme de toda iniciativa. No quiero asumir ninguna responsabilidad, quiero hacer lo justo por lo que me pagan y ni siquiera corregir un error cuando lo tenga ante mis narices. Me han vuelto lo que no era, qué le vamos a hacer.
Y así hasta los 65.

Capi, quiero ese análisis exhaustivo, y lo quiero mañana a las 9 en mi mesa.

jueves, abril 06, 2006

Empresas y empresas

Todos los días se cierran negocios. Empresas que en su momento fueron creadas con ilusión, cariño y una cuidadosa planificación, se van al garete sin que nadie sepa a ciencia cierta porqué. Todos conocemos cientos de ejemplos, pequeñas tiendas o grandes bares que estuvieron mucho tiempo de reformas hasta por fin abrir al público, limpios y resplandecientes, con lo último en su género, dependientes sonrientes y deseosos de agradar, dueños ilusionados con la expectativa de ver prosperar su iniciativa, muchos números, muchas visitas a los bancos, mucho trabajo. Como decía el Capi Napalm, hay toda una historia detrás de cada negocio que quiebra, y seguramente nunca se sepa dónde estuvo el error que propició el cierre.

Y siendo así, cada día entiendo menos como en una empresa tan rematadamente cutre, marrullera, fraudulenta, apestosa, rácana y mierdera como esta en la que yo trabajo, entra tanta pasta.

Estoy viendo salir por la puerta a Fran, el que ha sido mi compañero más querido durante los dos últimos dos años. Tiene 26 años, es enfermero y una de las personas más trabajadoras, responsables y válidas con las que he tenido el placer de trabajar. Y se va para siempre, asqueado y dolido como lo estoy yo en este momento.
No hay premio para los que hacen más de lo que marca su contrato ni para los que se dejan la piel en la empresa de otro, solo la amargura de oir "lo que has hecho se te ha pagado, estamos en paz". Sí, pero han contratado a dos personas para sustituirle a él.

Ojalá arda esta oficina con los dos gerentes dentro. Quizá entonces estemos en paz.