martes, enero 24, 2006

Teletipos

Jo, es que no tengo mucho tiempo para escribir. Solo un par de cosillas:

- Para los interesados, que sigo sin fumar (yuuuupiiiii, 24 días, con un par, sí señor, me hago la ola yo sola). Bueno, hubo una pequeña recaida el fin de semana pasado, pero no voy a flagelarme. Si he tropezado, pues me levanto y sigo andando. Cada día cuesta menos, ya se puede soportar.

- Mortizia, además de las recientes mechas violeta, ahora se pinta lágrimas negras en un ojo. Cagüenlaleche como acojona. Menos mal que yo luego la veo en casa con el pijamita rosa y las coletas, y se me tira al cuello a darme besos como cuando era pequeñita, entonces me acuerdo de que se llama Raquel y es mi niña.

- Vuelvo a ver la vida bonita. Joder, es que han sido dos semanas en las que no era yo, no sabía si necesitaba un psiquiatra o un exorcista. Pero las cosas van volviendo a sus sitio. Qué asco de adicción...

lunes, enero 09, 2006

Crónica de un mono: II y cierre

Hoy cumplo nueve días sin fumar, casi no me lo creo pero es así. Supongo que he entrado en una fase que me durará muucho tiempo: estoy jodida, echo de menos terriblemente el tabaco, muchas cosas en mi vida son distintas y no me gustan, pero al menos ya no quiero morirme.
Es el efecto secundario que peor llevo. No estoy irritable, no me siento enfadada, solo he estado muy deprimida. Pero deprimida de no levantarme en días del sofá y darme igual absolutamente todo, como si me hubieran puesto un velo negro ante los ojos y todo hubiera perdido su razón de ser.
He estado leyendo sobre los efectos que ha tenido en mi cerebro el verse privado de sus 45 dosis diarias de nicotina, y ha tenido que ser una bomba nuclear, hasta el punto de hacerme pensar que sería bonito no ver otro amanecer. Mi cerebro no distingue si he dejado de fumar o se me ha muerto un hijo, las consecuencias han sido las mismas, aunque afortunadamente de corta duración. Aún sigo con antidepresivos y ansiolíticos.
Me he dado cuenta de lo importante que fue quemar las naves y contar a todo el mundo que había dejado de fumar, el apoyo externo ha sido fundamental. En el trabajo me felicitaron un montón de compañeros, me dieron besos y abrazos... y yo pensaba: "joder, como para echarse atrás ahora". No han sido pocos los momentos en que pensar en esas caras de decepción me ha contenido para salir corriendo al estanco.
Y Jose, siempre Jose al lado con esa paciencia de Job. Las barbaridades que he llegado a decirle, pero él sabía que en esos momentos no era yo la que hablaba.
Supongo que ya ha pasado lo peor (mejor dicho, lo espero). Ahora tengo que aprender a seguir con mi vida cotidiana y con todas las cosas que asocio al cigarrillo. Ya puedo terminar de comer sin que se me revuelvan las tripas de puro mono, ya no siento pánico al despertar por la mañana (al menos ya no tanto), ya no me quema ese fuego después de desayunar. Pero curiosamente siento una gran angustia cuando entro en locales para no fumadores, o cuando llevo un rato en el cine. Todavía no puedo pensar en mí misma como "no fumadora", han sido muchos años para cambiar el chip en dos días, pero todo se andará.
Me he hecho consciente de que no necesito el tabaco para vivir, pero lo echo mucho de menos, como a un viejo amigo que te ha acompañado en todo momento y al que no volverás a ver. Aunque sepa que en realidad es un enemigo disfrazado, sigue siendo una lucha de minuto a minuto, y a veces todavía me planteo si merece la pena.
Sois muchos los que me habeis ayudado con vuestro apoyo. Gracias de corazón.

jueves, enero 05, 2006

Crónica de un mono: I

No sé cómo interpreta cada persona el dejar de fumar. Todos conocemos alguien que un día lo dejó sin más y apenas le costó, depende de tantos factores... Ésta crónica es únicamente de MI mono, y no tiene que ser representativa para nadie más. Es como los partos, no hay dos iguales, tú solo sabes que va a doler.

Yo sabía que Nochevieja iba a ser la última vez que fumara, así que la disfruté al máximo. Me había propuesto no fumar el dia 1 y no pensaba hacerlo, pero la espectativa me ponía nerviosa. Fumé en casa mi último cigarrillo, lo miraba diciendo "hijoputa, no me vas a joder más, voy a ganarte el pulso", pero lo cierto es que ya lo estaba echando de menos como a un amigo al que no vas a ver en mucho tiempo. Destrocé en pedacitos los dos que quedaban, que me conozco.
Tenía un paquete entero en el bolsillo que le dí a Jose para que luego lo tirara, y me puse a dormir pensando qué me depararía el dia siguiente:

Dia 1: Me despierto lentamente. En un instante recuerdo que no tengo tabaco, que hoy no fumo, y siento un ataque de pánico. Miro el cenicero de anoche donde están los cigarros destrozados, buscando algo aprovechable, una colillita, y me maldigo por haberlos roto a conciencia.
Jose viene a animarme, ha preparado el desayuno y me trata con cariño (el tambien es ex-fumador). Pero yo no veo ni siento nada, los sonidos y voces a mi alrededor son solo un molesto zumbido. No quiero estar en esta casa con esta gente, quiero mi tabaco, solo pido eso¡
Después del desayuno, el mono ataca de forma atroz. Aprieto los dientes hasta que no siento la boca, bebo agua sin parar para engañar al cuerpo de alguna manera.
No me atrevo a comer para que no me pase otra vez lo mismo, solo picoteo algo y me acuesto en el sofá. La casa está llena de niños, mis hijos y los de Jose, Jose ya no sabe cómo ser más cariñoso conmigo y ponérmelo más fácil. Solo hay una cosa que me aliviaría, y lo sabemos. Pero no hay tabaco en casa, y aunque lo hubiera no lo fumaría, porque mi decisión es firme...
Pero sí hay tabaco. Jose baja a la calle unos minutos, y yo aprovecho y me pongo como loca a registrar su ropa buscando el paquete que le dí ayer: "por favor que no lo haya tirado por favor que no lo haya tirado por favor por favor". Pero no está por ninguna parte, supongo que al final lo tiró. Me hundo.
Del resto de ese día solo recuerdo haberlo pasado echada en el sofá, sudando como los yonkis, llorando, mirando al techo, dormitando, esperando que llegue la noche y con miedo a que vuelva el día. Feliz Año Nuevo.
Queda claro que ese primer día no fumé porque Jose estaba a mi lado, de cariñoso vigilante. Yo me habría fumado hasta las cortinas. Gracias Jose por ayudarme a pasar uno de los peores días de mi vida (y he parido 3 veces). Fin del primer día, ha pasado lo peor.

miércoles, enero 04, 2006

Me llamo Montse

...y soy fumadora empedernida.

Llevo 4 días sin fumar. 96 horas. 5760 minutos. ¿Sabeis lo que significa eso para alguien que lleva 23 años alimentándose de nicotina, y cuyo cerebro ha olvidado que es posible vivir sin ella?

Esta mini-entrada es tanto para vosotros como para creérmelo yo misma. No me atribuyo gran mérito, voy dopada de antidepresivos hasta las cejas, pero el hecho es que llevo cuatro días sin fumar. Las próximas entradas serán una crónica pormenorizada, lo digo para que se ahorren entrar aquellos a los que les aburra el tema. Pero es que ahora no hay nada en mi vida más importante que esto, se siente.