viernes, julio 29, 2005

Defectos y virtudes

Toma ya, dos posts en una semana. Entendedme, he estado casi un mes de vacaciones y no he tenido tiempo de escribir, así que ahora me sale toda la verborrea. Me reincorporé el lunes, y todavía estoy tratando de que sacudirme la espesura mental. No entiendo a esos que dicen: "yo al cabo de dos semanas ya estoy aburrido y deseando volver". ¿¿¿??? Dios santo, y yo que no habría vuelto. Debe ser triste no tener nada que llene tu vida cuando no estás trabajando.

Pues pensaba yo el otro día a raiz de algo que leí, sobre defectos y virtudes humanas. Todos somos más tolerantes con unos defectos que con otros, dependiendo de nuestro propio carácter. Creo que la sinceridad y la generosidad son de las virtudes mejor vistas y más alabadas, nadie dice de sí mismo que es un mentiroso ni un rata, aunque no nos importa admitir que seamos por ejemplo unos vagos (como es mi caso). Siempre hay alguno que suelta: "a mí el que no me quiera es por lo claro y sincero que soy". A lo mejor no se les ocurre que el hecho de ser un gilipollas integral igual tambien puntúa. Yo siempre me ando con cuidado con estos que van con la verdad por delante...

En mi caso, soy bastante tolerante con ciertos defectos humanos, pero hay uno que me saca absolutamente de mis casillas, me pone a parir y me hace hervir la sangre, y no es de los más denostados socialmente: la desconsideración. Algunos ejemplos gráficos:
-la señora que en el supermercado forma en la caja una cola de la leche porque tiene tooodo el tiempo del mundo para embolsar sus cosas y pagar.
-los papás que miran sonrientes a su niño mientras está dando berridos y pateando cosas en un local cerrado y poniendo de los nervios al resto de la clientela.
-el dependiente de la tienda que lleva media hora rajando con un cliente conocido mientras el resto se tira de los pelos esperando que empiece a atender.
-el que sube al autobús y se planta en medio a charlar con el conductor cuando detrás la gente está esperando para subir.
Este tipo de personas puede conseguir que salga de mí una Mrs. Hide. Me pasan por la cabeza cosas como lo bonito que sería estrellar una silla en la cabeza del niño, de la señora o del sujeto en cuestión. A estos seres que creen que su presencia es un regalo para la humanidad y los gritos de sus críos malcriados es música celestial, los metía en un saco bien atado y los tiraba al mar. Mejor al río Segura, que está hecho un asco.
Vereis, yo es que soy de las que si está en una cabina y veo a alguien esperando, soy capaz de cortar la conversación, no soporto saber que estoy haciendo esperar o molestando a alguien por mi inacción. Y claro, no puedo entender como hay gente que se pisa el escroto de lo tranquilos que van por el mundo, puteando al personal.

Por las mismas razones, la virtud que más admiro en una persona es la consideración. Por encima de la generosidad, la sinceridad y lo que querais. Admiro al que se levanta de su asiento en el bus porque ha entrado un anciano (ojo, que a mí es difícil adelantarme en eso), al que se apresura para no hacer perder su tiempo a los demás, al que considera que los demás tienen como mínimo tantos derechos como él. Al que te reconoce un esfuerzo extra, al que ayuda a una señora mayor que no puede con sus bolsas de la compra aunque eso te haga perder un tiempo precioso. Y sin necesidad de ir tan allá, admiro al que no molesta gratuitamente.

martes, julio 26, 2005

Cerró Manoli's

Durante los años en que me dedicaba exclusivamente al cuidado de criaturas mágicas, pasé muuchas muchas horas en una cafetería llamada Manoli que hay junto a mi casa. Cada mañana el mismo recorrido, cruzar la carretera, dejar a alos niños en el cole, vuelta a cruzar y a desayunar en Manoli.
Es una cafetería perfecta para ciertas cosas. Es totalmente acristalada, lo que la hace muy luminosa, y las mesas son grandes para poder leer el periódico tranquilamente mientras desayunas. Sueles encontrar siempre a la misma gente, los clientes habituales a los que ves cada día, y con los que terminas por hacer una cierta amistad.
Allí suelen acudir todas las mamás del colegio, de las que yo huía como de las avispas por lo pesadas que eran. Su único tema de conversación era, obviamente, los niños. Que si se comían la verdura, que si la seño les había dicho no sé qué en clase, que si se peleaban con sus hermanos, y yo me aburría terriblemente. A mí me encantaba bajar a a Manoli por una sola razón: era estupendo leer allí con un café en la mano y la musiquita suave de fondo. He leído docenas de libros en ese bar al lado de la ventana, he estudiado, he charlado superficialmente con los clientes de diario, me he reido mucho con los chistes de Manoli. Ella, que era la dueña, es una mujer fantástica. Siempre bajaba a tomar un café con ella a las 10 de la noche cuando estaba cerrando, y entonces echaba el candado y nos sentábamos en una mesa a charlar un poco sobre lo que nos había ocurrido durante la jornada.
Más adelante, la cafetería de Manoli se convirtió en el lugar donde pasaba mis mejores ratos, porque empezamos a acudir allí todos los domingos Antonn, Custer y yo a jugar al Catán. Y con todo lo que nos queremos, delante del tablero nos destrozábamos vivos, a la yugular. Y lo pasábamos de miedo.
Antonn siempre empezaba llamándome Montsita, al cabo de un rato de putearlo empezaba a llamarme Montse, y cuando llegaba al Montserrat, yo sabía que le había jodido en serio. Lo siguiente que me llamaba era Monsauron :)
Y Custer, nuestro niño mimado, no perdía oportunidad de destrozar a cualquiera de los dos. Entonces Antonn y yo nos mirábamos con una mezcla de tristeza y orgullo y decíamos: Dios mío, hemos creado un monstruo. Fueron muy buenos aquellos tiempos, y rebautizamos el sitio como Manoli's Games & Coffee.
Siempre que venía a Murcia y tenía ocasión, Moriarty se nos unía esa tarde. Tambien Beor pasó por Manoli y jugamos a todo, regalándonos ambos unos juegos para Mensamurcia que siempre acaban en mi casa.
Por circunstancias personales, pasamos una temporada sin vernos para jugar, y hace un par de meses yo pasé por Manoli para tomar un café, y me encontré el local cerrado y el cartel de Se vende en la puerta. Me sentí muy triste, como si hubiera perdido una parte de aquellos buenos tiempos.
Claro que podemos seguir viéndonos en cualquier parte para jugar o charlar, pero es que Manoli...era nuestro Manoli's Games & Coffee.

domingo, julio 03, 2005

Ains,que se me cae la baba

Ésta es mi niña. Si es que hay mucho frikismo en mi casa..:D