miércoles, mayo 18, 2005

Hay días...

No tengo motivos para quejarme, ya lo sé. Mi vida sentimental marcha mejor que bien, tambien la familiar, me gusta mi casa, mi trabajo (aunque sea mortalmente aburrido estoy bien considerada y el ambiente laboral es bueno).
Por eso me pregunto porqué hay días en los que me siento tan decaída. A veces no encuentras ningún placer en las cosas que antes te lo proporcionaban, y el tiempo transcurre en una calma chicha que no viene a cuento. Llego a casa, me siento, me pongo a pensar qué hago a continuación, y cuando veo que las opciones son: limpiar, planchar, ver el Diario de Patricia o terminar el puzzle que llevo entre manos desde hace un mes, descubro que lo que de verdad me apetece es no hacer nada. Y no hacer nada es lo que menos soporto en esta vida, así que algo no debe andar bien cuando es lo único que me pide el cuerpo.

Supongo que será esta dichosa primavera que me deja (neur)asténica perdida y con la moral por los suelos. Igual un complejo vitamínico lo arregla todo y resulta que lo mío solo son tonterías. Pero a veces siento tan pesada la carga de la responsabilidad de mi vida...

No es que añore los tiempos en los que otros adultos cuidaban de mí, porque si realmente he sobrevivido a esa época fue por puro milagro. Mi madre (a pesar del tono jocoso de la entrada que hice sobre ella), no ha sido nunca una buena madre. Es de las que creen que tus hijos son extensiones tuyas, y que tienes poder y derecho para decidir por ellos, y hacía cosas como no parar nunca en casa de tanto trabajar y dejar a tus niños en manos de canguros medio locas. Y no era necesidad, que en casa vivíamos bastante bien, es que no soportaba mucho nuestra presencia. Supongo que por eso yo me empeñé en criar a mis hijos personalmente, y ya me libré bien de dejarlos en sus manos.

Todavía a mís 35 años viene de vez en cuando por casa a sacar defectos de cómo lo tengo todo, de mi forma de hacer las cosas. Yo tardo apenas unos segundos en mardarla a la mierda y echarla, entonces nos pasamos unos meses sin dirigirnos la palabra y eso es lo mejor, que descanso de ella una temporada.

Me duele bastante sentirme un monstruo por no querer a mi madre, que solo hay una y eso, pero es que no tengo ninguna sensación agradable o positiva para ella. Me ha jodido mucho pero mucho la vida, y ni la quiero ni confío en ella ni la quiero cerca. Pasé una cirrosis con 5 años que casi me lleva por delante y a ella no la recuerdo en ningún momento cerca, con una palabra cariñosa hacia mí o unos cuantos cuidados. Ahora que ya no la necesito, que la aguante otro. Por eso le dije que me casaba 15 días antes de la boda, y tuve dos abortos de los que se enteró por terceros, se enteró de mi separación al cabo de varios meses, y hace un año que vivo con un hombre y no tengo intención de decirle nada hasta que no lo descubra por sus propios medios.

Anoche tuve una pesadilla sobre ella, y creo que por eso estoy hoy así. pero tranquilos, mañana será otro día que decía Scarlett O'Hara, y volveré a ser la Almuric de siempre, que tengo unos niños que quieren verme feliz y contenta ;)

jueves, mayo 12, 2005

La anciana

En mi barrio vive una señora muy mayor, debe andar cerca de los noventa años. Es extremadamente delgada, y siempre lleva una pinta rarísima, entre lo pasado de moda y lo simplemente hortera: bermudas a rayas con blusas floreadas y cosas así. Lo que más me llama la atención de su aspecto es que siempre lleva un turbante sobre la frente y unas gafas enormes que casi le tapan toda la cara, y los morritos pintados de rojo pendón verbenero, parece una versión hiperenvejecida de Greta Garbo.
Siempre la veo paseando por el barrio llevando un perrito diminuto de raza chihuahua, que juraría que hasta se parece a ella, igual de delgados son. Mientras pasea con él, le va hablando, contándole cosas sobre el barrio, sobre los edificios antiguos, sobre la historia de las casas que ha visto tirar y volver a levantar a lo largo de los años...
No hace falta saber mucho sobre etología humana para entender que no tiene a quién más contarles sus historias que a su perrito. A veces la he visto entrar en una tienda, y entonces lo coge en los brazos como si fuera un cachorrito, cuando seguramente el perro es tambien anciano, porque llevo viéndoles más de 10 años. No creo que tenga nadie que le diga que esas combinaciones de ropa son de mal gusto, o que esos turbantes y gafas hace mucho que ya nadie los lleva, que aunque su mente quedara anclada en los años 30 su cuerpo ha ido acusando el paso del tiempo y su espalda se ha ido arqueando poco a poco, y que ya no debería usar esos colores tan subidos de labios.
Hace cosa de una semana la vi pasear sola por primera vez. No había ningún perrito junto a ella y ella no hablaba ya con nadie. Se había quitado el turbante, iba sin maquillar y con zapatillas de casa. Sentí una enorme tristeza por ella al suponer que su perro había muerto, y sobre todo al comprobar que se había llevado con él las ganas de vivir de su dueña.
Desde entonces la he vuelto a ver varias veces y ya no es la misma, solo es una anciana más con todo el peso de su pena a cuestas, y terriblemente sola.

martes, mayo 10, 2005

Toca viajecito

Como consecuencia de lo expuesto en la entrada anterior, ya tengo sentenciada para octubre una visita aquí. Lo cierto es que nunca he ido a una feria de esta índole y no niego que me apetece. Lo que no me apetece tanto es la jartá de coser disfraces que me voy a pegar: de momento no me escapo de hacer 6 de personajes del manga-anime Naruto, porque por lo visto allí al que no va disfrazado de algún personaje lo miran raro ("bah, tú ni eres otaku ni eres nada"), y aparte las chicas me van a hacer un performance a imitación de sus ídolos Dir en Grey, junto con otros miembros de su asociación en Murcia, Otaku no Ie. Y claro, hay que disfrazarlas, peinarlas y comprarles mil cosas.
Jo, si es que las ves tan emparanoiadas con el viaje que a ver cómo se lo niegas. Y ya puestos pues lo disfrutaré yo tambien, qué leches. Estos son los disfraces que tengo que hacerles, y creo que yo me voy a quedar con el de la derecha, kimono corto y botas claveteadas, cómo mola :P, que a mí eso de disfrazarme me gusta más que a un tonto un pito. Ya os mandaré fotos (cuidadín con las babas, que estas cinco preciosas chicas japonesas son tíos)
Los chicos se irán en autobús al albergue que les pone la asociación, y B. y yo iremos aparte en coche y dormiremos en algún hotel cercano. Por supuesto quiero aprovechar esos días para hacer visitas a los amigos de Barna a los que por desgracia solo veo dos veces al año, espero que cuando ya lo tenga todo amarrado podamos quedar para vernos, y conocer el famoso chino y su potenciador negativo de CI :)
Jo, os echo de menos...