No están siendo demasiado buenos estos últimos días. No ha pasado gran cosa, pero metes en la coctelera un poco de stress laboral, un cercano juicio por divorcio y una pequeña pero dolorosa lección de la vida sobre la amistad, y obtienes un trago con sabor a soledad y regusto amargo.
He cambiado tanto en los últimos dos o tres años que a ratos me cuesta reconocerme. He abandonado por completo los que fueron mis hobbies, que antes llenaban mis horas y ahora no puedo entender cómo alguna vez me entretuvieron. Y en cambio me siento atraída por cosas que antes rehuía, como la apetencia por vivir en el campo cuando siempre he sido una urbanita que prefería el claxon de los coches al canto de los pájaros (creo que ésto va a estar relacionado con el hecho de ir haciéndome mayor). Pero me he quedado sin aficiones, paso mi tiempo libre tirada viendo la tele y esperando que pase el tiempo, cuando antes yo quería que el día tuviera 36 horas para que me diera tiempo a hacer todo lo que quería hacer. Era odioso disponer de dos horas libres y tener que elegir entre leer, ver una película, empezar otro cuadro de punto de cruz, seguir con el puzzle, llamar a los amigos y echar una partida, poner a correr a Lara Croft o coger la caladora y empezar cualquier mueble nuevo. Ahora tengo miedo de que llegue el verano y me den las vacaciones, TENGO MIEDO DE QUE LLEGUEN LAS VACACIONES.
Han cambiado tantas cosas externas en este tiempo que no tengo forma de analizar a qué se debe este estado de ánimo tan extraño. Quizá a una mezcla de todo, creo que mi mente no ha sabido adaptarse a tanto cambio simultáneo y está todavía tratando de ubicar cada cosa en su sitio. O más bien espero que sea así, porque en ese caso se trata de algo pasajero y este ser extraño que ahora ocupa mi cuerpo se largará a otra parte donde sea bien recibido. Pero es muy difícil adaptarse a que todo tu mundo se vuelva del revés. Para mejor, sin duda, pero del revés al fin y al cabo.
Separarse de quien ha sido tu pareja durante 18 años, desde que eras una niña, no es simplemente dejar atrás a tu pareja, es dejar atrás todo tu mundo conocido, es mudarse de la Tierra a la Luna. Es olvidarse de mucha gente a la que querías porque tenían que tomar partido, como si mantener la amistad conmigo supusiera una traición a su amigo. Es dejar atrás la única casa en la que has vivido desde que dejaste a tus padres, la que está llena de recuerdos de tus hijos gateando por el pasillo que ahora está pintado de otro color y en la que se ha borrado concienzudamente toda huella de nuestro paso.
Empezar, mientras transcurre todo lo anterior, en un nuevo trabajo y acostumbrarte a él. Hacer habitable una casa nueva en la que te has de quedar los próximos años y acostumbrarte a ella. Ver como tus hijos, de repente y sin saber cómo se han hecho adolescentes, y a ésto sí que es jodido acostumbrarte. Encontrar un compañero que hace lo imposible por hacerte más llevadero todo lo anterior y al que quieres con todo tu corazón, pero al que tambien te tienes que acostumbrar. Hacerte, de vez en cuando, consciente de lo lejos que está la gente que quieres y ver que eso te duele más de lo que crees. Y por último pero no menos importante, dejar de fumar y perder al mismo tiempo que la adicción, una serie de hábitos que la rodeaban, como mi amadísima costumbre diaria de ir a la cafetería a leer durante horas. Ya no pruebo el café, ni voy jamás sola a las cafeterías, ya no socializo con la gente que veía a diario y lo cierto es que cada vez leo menos. ¿De verdad era necesario pagar este precio por dejar el vicio?
Me siento vieja a los 37 años. Veo tantas cosas que nunca he hecho y que ya nunca haré, y tantas otras que sí hice pero las he perdido por alguna parte... No sé si lo que me pasa es que durante este tiempo he tratado tanto de mantener el tipo que ahora estoy sufriendo el bajón post-esfuerzo. No he sufrido nunca una depresión, salvo la que me produjo el síndrome de abstinencia, no es tan simple como decir "estoy depre", lo que estoy es diferente y no me acostumbro.
Si preguntais cómo me va, tengo que decir que cojonudamente. El trabajo me va bien, gano para vivir y estoy indefinida, tengo un compañero maravilloso que cuida mucho de mí (a eso sí te acostumbras rápido, qué cosas), y mis hijos me tienen loca. Los adoro, son mi vida, y tengo unos amigos increíbles. Tengo una vida maravillosa, coño.
¿Podeis entenderlo? Porque yo no.
miércoles, mayo 09, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
La vida no hay que entenderla, sino vivirla. Y siempre hay alguien que escucha nuestras penas, nos mira sin que lo veamos o nos lee cuando lo necesitamos. Un saludo.
Supongo que todo son etapas. Ahora estas viviendo una transición, y muy gorda por cierto, que tanto cambio en tan poco tiempo no es moco de pavo.
Y a mi también se me hace raro tener a tanta gente a la que quiero tan desperdigada. Y mas que a ti, que yo tengo toda mi familia a mas de 600 km :)
De todos modos, Madrid no está tan lejos de Murcia, y sabes que aquí sois siempre bien recibidos.
Sí, si la familia la tengo cerca. La que está lejos es la gente a la que quiero :)
Es difícil y complicado adaptarse a una nueva situación, son cosas que precisan tiempo y mucho esfuerzo, físico y psíquico.
Tú dices que te sientes vieja, pero en realidad lo que estás es agotada.
Date tus pequeñas treguas, para ir archivando las cosas pendientes y recuperar tus hábitos.
Dejar atrás un pasado, conocido, para adentrarse en un futuro, desconocido, no es un bocado fácil, digestión lentísima.
Yo haría que recuperaras tu afición a la cafeína, no hay nada que no se solucione con una buena conversación y una taza de café.
Creo que es en momentos como este cuando la distancia resulta un problema.
Besos cielo, aquí nos acordamos mucho de ti.
Koke
Pues yo lo que creo es que echan algo en el agua, porque yo me siento así, y mucha gente que yo conozco de un tiempo a esta parte más o menos el plazo que tu dices, ha cambiado radicalmente, tu te sientes vieja con 37? pues yo llevo meses sintiendome viejo, y cumpli 25 en abril..., yo creo que están eschando algo en el agua, fijo!!!
La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta no se goza.
Francisco de Quevedo
O algo....
Yo he tenido esa sensación de "no me apatece hacer nada". Siempre es producto del agotamiento.
Con la que llevas encima, lo raro es que no ladres. A ver si la cosa se te hace menos cuesta arriba, corazón.
Si te sirve de algo, estás preciosa.
Publicar un comentario