miércoles, noviembre 05, 2008

De difuntos

Pasó el día de Todos los Santos, y como cada año los periódicos se hacen eco del acontecimiento y pasan lista al enorme gentío que acude en estas fechas a visitar la tumba de sus seres queridos, limpiar los panteones y poner flores. Y si pasas cerca de algún cementerio, ves el aparcamiento abarrotado de coches, las señoras trajinando con trapos y cubos de agua, y ramos y ramos de flores. Es un día para recordar a los que ya no están, para hacerles saber que no les olvidamos, para honrar su memoria. Y las familias se reunen junto a la lápida y rezan juntas, y lloran juntas.

Perdonadme un momentito, salgo a echar una pota rápida y ahora vuelvo.

...

Mucho mejor.

Me cuesta expresar el repelús que me produce toda esta movida, no repelús de miedo sino repelús de asco.
Esta forma de honrar la memoria de nuestros muertos metiéndolos bajo tierra y dejar que la humedad los macere bien y los gusanitos descompongan la carne de una persona a la que quisimos, me enferma. Ese querer conservar en un lugar físico lo que queda de aquella persona que amamos, una persona que ya no existe y cuya ausencia no podemos aceptar, me parece morboso y rayano en lo enfermizo. Eso, y toda la movida que genera el enterramiento de un cuerpo.
La última vez que fui a un cementerio yo era una cría, creo que fui para acompañar a mi madre a limpiar tumbas y poner flores a los abuelos. Supongo que intentaba traspasarme la tradición, porque eso es lo que se hace el día de los santos, limpiar tumbas y poner flores. Da igual que no vayas ningún otro día, ese día hay que ir. Y poner flores, como si los modernos ataúdes no fueran bien forrados y el hedor todavia se colara por entre la tierra, hay que ir y ejercer de dolientes, no vaya a ser que el muerto crea que ya no nos acordamos de él y la próxima vez que vengamos esté de morros.

Huelga decir que la tradición se acabó con mi madre, yo no he vuelto a ir a un cementerio. No nos equivoquemos, no me da mal rollo pisar tierra que cubre a los muertos, lo que hay bajo ella son solamente restos biológicos. Pero esa es precisamente la cuestión, veo los cementerios como enormes basureros, en los que en lugar de echar la monda de las patatas tiráramos a las personas que nos importaron, que quisimos, y las dejáramos allí pudriéndose solo para que podamos pensar que siguen existiendo en algún lugar, que siguen viviendo de alguna manera, esperando nuestra visita. Para el caso, podríamos meter el cuerpo en una bolsa de plástico y dejarlo en el patio, así lo tendríamos más cerca y podríamos ponerle las flores y llorarle sin tener que desplazarnos. Lo malo es que apesta, por eso lo llevamos donde se dejan todos los demás cuerpos, juntitos y fuera del casco urbano. Como todos los basureros.

Me parece un triste forma de abandonar el mundo, a merced de la podredumbre hasta que por fin desapareces del todo. Claro que a ellos les da igual, pero yo no quiero eso para las personas que amo, no quiero aferrarme a una carne descompuesta como si aún fuera la persona que quise, no quiero tener que pensar en ella como en un montón de huesos en una caja oscura, porque nadie va a venir nunca a levantarlos de sus tumbas y no tienen nada que esperar ahí dentro. Quiero que vuelvan a la nada de la que nacieron, reducir sus restos a polvo limpio y dejar que el viento se los lleve, y que se fundan con la tierra en la que pasaron su vida. Eso es lo que yo entiendo por honrar la memoria de los muertos.
Y que permanezcan en el único lugar donde seguirán existiendo para siempre: en los recuerdos y en el corazón de las personas que les amaron.

9 comentarios:

Imperator dijo...

"Voy a echar un a pota rápida y ahora vuelvo"

Esa es mi chica :)

Por otro lado, tu punto de vista se iguala al mío. Nada que añadir.

. dijo...

Guapa; soy de la misma opinión. A mí siempre me ha parecido que los cementerios cumplen (o más bien cumplían) una función básicamente higiénica. Punto pelota. El tema del culto a los muertos... Que cada cual lo lleve como quiera. En mi familia la cosa era tanto más enfermiza que el simple limitarse a limpiar lápidas y poner flores; en mi familia, desde hace generaciones, cuando una mujer se casaba, al terminar la ceremonia iba a depositar el ramo de novia a la tumba de un ser querido.
Menudo corte de mangas le pegué yo a la tradición familiar. Y lo que le pica a la gente que no cumplas con las tradiciones... Ains...

Rapunzell dijo...

Me gustan los cementerios.

Me gusta pasear por ellos, ver los nombres en las lápidas y el tiempo consumiendo incluso las piedras.

No me gustan los ataudes. Son sólo un carísimo medio de dificultar que los cuerpos se descompongan rápido y sean vida de nuevo, en forma de gusano, hongo, musgo o ciprés. Yo no siento que pudrirse sea nada malo, todo lo contrario. Siempre que no se te ocurra hacerlo mientras estás vivo :)

Yo recuerdo Todos los Santos, en el pueblo donde viví tantos años, con cariño. Las mujeres sacaban agua del pozo del cementerio para limpiar las lápidas, y los niños corríamos entre las tumbas. No había lágrimas ni mal rollo. Era algo más parecido a una fiesta, y una forma de acercarse al pasado con cariño.

En una ocasión se me ocurrió ofrecerle a mi abuela acercarla al cementerio de la Almudena a visitar la tumba de sus padres en ese día. Menudo viaje me dio. Nada más que hablar de lo desgraciadita que había sido en la vida, imagino que para ponerse a tono con la fecha. O sea, todo lo contrario de aquellas mujeres con cubos de plástico y bayetas y flores... Pero creo que el problema de mi abuela no era haberse acercado ese año, sino no haberse acercado los demás...

Hay muchas tradiciones. Unas nos gustan, y otras no. Unas las cumplimos (aunque no nos guste decir que estamos siguiendo una tradición) y de otras pasamos. Y lo bueno es tener esa libertad para cumplirlas.

Y a mí me gusta Todos los Santos. Aunque prefiero la denominación de El Día de los Muertos :)

Gorpik dijo...

Yo no sé si decir que me gustan los cementerios, pero es cierto que he estado en algunos haciendo turismo. Conque no deben disgustarme mucho.

Eso sí, de la última visita que hice a uno para Todos los Santos tengo un recuerdo malísimo. En mi casa ese día es especial, porque mi abuela materna murió el día de Todos los Santos. Una vez fui con mi familia al cementerio. Estaba allí medio pueblo, y sí, se puede decir que era una cosa un tanto festiva. Habían hecho una ampliación del cementerio recientemente y me llevaron a verla. Y allí, entre las lápidas más recientes, estaba la de un colega mío de cuya muerte no me había enterado. Joderrrrr.

Rapunzell dijo...

Joder, no hay forma de que me salgan comentarios cortos últimamente. Estoy viendo el mío, y más que un comentario parece una entrada.:(

Gorpik, vaya palo que tiene que ser recibir así la noticia :(

Fantine dijo...

A mi me encanta la noche del 31 de octubre por una sencilla razón, y es que desde que vivo en Madrid he instaurado la tradición de celebrarla con una queimada. Ni creo ni he creído jamas en la otra vida, el más allá y otras supersticiones, pero la tradición de la queimada me encanta. Y se supone que su finalidad es qcercarnos a nuestros difuntos seres queridos, o a aquellos que están lejos, y ese simbolismo me encanta.

Por lo demás, los cementerios me dan bastante repelús, e intento pisarlos lo menos posible

Almuric dijo...

Rapunzell, a mí me gusta mucho leerte, ya sea en forma de entrada o de comentario :)

Fantine, yo tambien prefiero celebrar ese día tomándome un buen copazo en recuerdo de los que se fueron. Porque es que se fueron, lo que hay en la caja no son ellos, es otra cosa, es lo que intentaba expresar.

Javier G. Recuenco dijo...

Estoy contigo, nena. Punto por punto.

Y me mola el approach festivo a la muerte, yo me he encontrado muchas veces vagando solo en cementerios, debe de ser el punto neogótico / emo del que no soy consciente.

Por ejemplo, la aproximación mexicana a la muerte me mola mil.

Imperator dijo...

Recuenco, eso es porque eres un emo. Al menos ahora te has quitado el flequillo.