lunes, abril 25, 2005

Teletipos

- Ana mi primogénita es pelirroja. Es otaku hasta la médula y se hace llamar Toshiya. Lee tanto manga que ya se lía y empieza todos los libros por el final, y me vendería por un libro de Osamu Tezuka.
- Raquel es morena, gótica, su nick es Mortizia e idolatra a Dir en grey (agarraos a la silla y echad un ojo al Google). A mí me da hasta miedo con esos ropajes negros.
- Samuel es rubio, y tiene una empanada mental que no se aclara. Vive por y para los RPG.
- Os juro que son todos del mismo padre.

viernes, abril 22, 2005

Aniversarios

Es tiempo de celebrar unas cuantas efemérides. Este verano hará 4 años que entré en Mensa, lo cual no puedo negar que dio a mi vida un giro de bastantes grados. He conocido gente maravillosa, porque el mensista cuando es maravilloso, es que es maravilloso de verdad. El análisis global de estos años en ese aspecto es muy, muy bueno ( Fantine lo cuenta muy bien en su blog, así que para qué insistir).
Ayer fue el cumple de mi enano, acabas reventada pero tiene su gracia lo de montar una fiesta infantil, encender las velitas y todo eso. Le regalé el Metal Gear 3 para PS2. Obviamente, entre mis obligaciones de madre figura el control de calidad de los objetos que consumen, así que la noche anterior le dí buena caña al juego, y una vez comprobado que los gráficos están de puta madre, los nuevos movimientos son alucinantes, y que Snake está más buenorro que nunca, procedí a darle el regalo con la conciencia tranquila y la satisfacción del deber cumplido.
El mes que viene es el cumple de la mediana, Raquel. Es triste que tu hija de 14 años gaste una talla más de sujetador que tú...
Esta primavera hace un año de otros sucesos menos agradables, pero a los que he sobrevivido. Debe ser cierta la frase aquella de Nietzsche, pero a mí me gusta más la versión cañí: lo que no mata engorda.
Por marzo del año pasado me encontré de repente un día sola, sin trabajo, sin casa, sin dinero y con tres niños a cuestas. Lo de coger depresiones y eso no va mucho conmigo, pero digamos que mi nivel de stress por aquellas fechas era tirando a alto. Mi ex-marido decidió que era un momento tan bueno como cualquier otro para pedir el divorcio (gran error: el momento adecuado fue el día siguiente de casarnos, pero mejor tarde que nunca). Solo que yo estaba en paro y viviendo en una casa que pertenece a mis suegros.
Para qué os voy a dar la paliza contando cómo me lo monté para conseguir trabajo, casa e hipoteca en 15 días, pero lo cierto es que lo hice. Mi familia se enteró del pastel cuando yo ya estaba instalada en mi nueva casa, solita y encantada de la vida. Solo lo supieron mis dos o tres mejores amigos (mensamurcianos, qué casualidad), que no solo me sostuvieron anímicamente, sino que curraron lo suyo ayudándome a pintar el piso y demás. Moriarty pintó la habitación azul más bonita que he visto, creo que le dio como 7 capas para más seguridad :)) Este último año he repetido muchas veces que le debo media vida a Antonn, _Custer_ y a Freddie Mercury, que no me dejaron sola un momento.
Tres meses después yo ya estaba reponiéndome poco a poco de la movida, con un buen trabajo, disfrutando de mi casa nueva, saliendo por las tardes a leer al balcón sentada en el suelo con un café en la mano y mi gato sobre las piernas. Seis meses después ya sentía como si todo aquello le hubiera pasado a otra persona en otra vida, y ahora que ha pasado un año soy realmente otra persona.
Hacía tres años que conocía a Bactering de la reuniones y cenas, pero por aquellas cosas de la vida empezamos a salir y llevamos ya juntos desde el verano pasado, y prácticamente no nos hemos separado en este tiempo, a pesar de vivir en ciudades vecinas. No recuerdo si alguna vez fui tan feliz como ahora y si la vida me pareció tan bonita, y eso que hace meses que mi cerebro dejó de segregar la difeniletilamina esa que hace que te vuelvas gilipollas y te perfumes hasta para hablar por teléfono con el ser amado. Es sencillamente que estoy bien, que me gusta mucho mi vida ahora, que tengo lo que quiero y quiero lo que tengo (sobre esto me enseñó mucho Rapun :***), y que la cosa tiene visos de ser muy duradera.
Antes tenía una vida muy distinta, no me disgustaba porque estaba acostumbrada a ella y siempre pensaba que en el reparto de vidas tampoco me había tocado la peor. Era una vida, como cualquier otra, sin grandes alegrías ni grandes tristezas. Bueno, de esas sí hubo alguna. Y ahora siento como si me hubieran querido mostrar lo que es una vida buena, una vida de verdad.
Y me gusta.
Y de verdad que Snake está ahora más buenorro que nunca :)

martes, abril 12, 2005

Modo mamá On, no apto para diabéticos.

Hoy toca plastazo maternal, que para eso es mi blog. Y es que me encantan mis niños, estoy pirrada con ellos, son las personas más acojonantes que he conocido nunca y mira por donde me han tocado a mí. Y no lo digo yo sola: lo dice su padre, sus abuelos y sus tíos, así que debe ser cierto, no?
Soy una firme creyente de que tarde o temprano a todo el mundo le sale la vena p/maternal. Estoy harta de ver amigas que decían que no estaban hechas para ser madres, y en cumplir los 35 entrarles la prisa de repente porque "se les pasa el reloj". Basta que sepas que no puedes tener algo para que lo desees con todas tus fuerzas, y creo que en este caso ocurre eso.
Normalmente tienes dos opciones:
1 - Pasas un tiempo organizando tu vida, consolidándote en tu trabajo, consiguiendo una vivienda, y finalmente decides tener un hijo cuando tu vida ya está más o menos encauzada (y antes de que el reloj se te pase).
2- Tienes los hijos lo primero de todo, les dedicas unos años preciosos de tu vida y luego te dedicas a encarrilar tu vida con ellos, a estabilizarte en el trabajo, y cuando tienes 35 años ya están los niños criados y a tí te queda toda la vida por delante para disfrutar de ellos y de lo que has conseguido.
Yo opté por este segundo caso, y volvería a hacerlo de tener oportunidad. Claro que yo no tenía una carrera ni una vocación que desempeñar, así que no tengo la sensación de haber renunciado a nada. He tenido la vida que decidí tener, y no me quejo en absoluto.
Tuve a mi hija mayor a los 20 años, porque el cuerpo me lo pedía, y proyecté dedicarle por entero los siguientes 10 años. Así que era el momento de tenerlos todos juntos y dedicarme a ellos ese tiempo, para que crecieran a la vez y no pasarme la vida criando uno cada 5 años. Pues vinieron dos más, otra niña y un niño.
Total, que a los 23 años yo ya tenía familia numerosa, y cualquiera puede imaginar que fueron unos años agotadores, máxime porque los crié absolutamente sola, apenas pasaron por las manos de su padre ni de sus abuelas, y jamás tuve una canguro. Pero eso sí, disfruté cada momento. Fui la primera en oir sus primeras palabras ("papá", "eto e mio" y "corte inlés" respectivamente), y en ver sus primeros pasos, y eso no lo cambio por nada.
Y os aseguro que mi mentalidad a los 23 años ya no era ni por asomo la de mis 20. Cuando has dejado de dormir tantas noches por unas personitas, has cambiado tus deseos y apetencias por las suyas, cuando has asumido que ellos están por encima de tí misma en tu escala de prioridades y la responsabilidad te pesa tanto, tú ya no eres la misma persona aunque solo hayan pasado tres años.
Ahora Ana y Raquel tienen 15 y 14 años, y me quitan descaradamente la ropa porque usamos la misma talla. Yo les quito su colonia y sus minifaldas y competimos a ver quién pone la música más alta, Estopa vs. Mozart, aunque suele ganar Estopa porque mi equipo de música es más potente, je.
A veces las invito a una Coca Cola, otras veces me invitan ellas a mí. Preparamos buñuelos y bizcochos de chocolate y nos sentamos por la tarde a ver programas chorra en la tv, y lo mejor de todo, cuando vienen sus amigas a casa les gusta que me quede con ellas. Eso sí que me toca el corazón.
Samuel siempre será mi enanito por mucho que tenga ya 12 años, y aunque no comparto su afición por los robots de Lego, nos pegamos aunténticas palizas con la Play 2. Pero los años pasan, cuando era pequeño le pasaba yo los jefes de final de nivel, y ahora me los pasa él a mí, sniff.
Me encanta vivir con ellos. Ya son personas mayores, Ana es mucho más adulta y responsable de lo que yo he sido nunca (me sigue llamando cada mañana para que vaya a trabajar), pero cuando llega la noche todavía quieren que les dé el beso en la cama y los arrope para dormir. Dejan de ser esos semi-adultos y se convierten de nuevo en mis niños pequeños, y esa metamorfosis diaria me sigue emocionando.
Me encanta mi vida...

martes, abril 05, 2005

Finde de curro...pero menos.

Ya se pasó por fin, y estoy como si acabara de parir trillizos con dos cabezas cada uno.
Tres meses de preparativos, de detalles de última hora, de obstáculos y de imprevistos, de no tener un rato libre, de disgustos y cabreos, pero al fin se acabó. Y además salió bien.
Tambien han sido, cómo negarlo, tres meses de actividad frenética de la que te mantiene despierta y activa, de trabajo satisfactorio, de acostarte cansada pero contenta con tu tarea, de contar con los amigos que siempre están ahí, que te apoyan y te animan, y sin los cuales no podría hacer ni esto ni ninguna otra cosa. Por eso os quiero, porque un solo mensaje cariñoso vuestro te quita toda la mala leche acumulada y te recuerda porqué haces lo que haces. Gracias sobre todo a tí, B., por el tiempo que te he robado y por estar siempre ahí cuando te necesito.
El fin de semana pasado llegó el momento decisivo. Salimos muy tempranito para Zaragoza donde habíamos quedado con el resto de la gente, con la idea de comer con ellos y empezar el recuento a las 4 de la tarde.
¡Qué gozada es siempre verlos¡ Allí estaban Mkxis, que es la persona más divertida y entrañable de la Tierra, D. que es la dulzura personificada, y mis queridos compañeros de la CCG, en pleno. Tuvimos una comida muy agradable, aunque la verdad es que yo estaba un poco ansiosa por que llegara el momento y ponernos manos a la obra. Sentía el peso de la responsabilidad como una losa de mármol.
A las 4 fuimos a la sala que el hotel nos había reservado (oye, qué bonita, con su mesa con mantelito, sus copas, papel y bolis para todos y un centro de flores). Yo llevaba preparados todos los papeles, las cajas para los votos, el portatil y toda la parafernalia, y empezamos.
Una pesadez, ir diciendo nombres, apuntando, separando papeles y votos, pero allí curró todo el mundo incluidos los que no tenían porqué hacerlo, cosa que se les agradece. Y en unas horitas ya estaba todo hecho, ya había nombres ganadores y la satisfacción del deber cumplido. Consumatum est.
Así que después nos unimos a los compas de Zaragoza, que son la leche, qué gente tan agradable y hospitalaria. Hubo charlas, cena, copas, ahora que ya estábamos todos relajados, y fue un verdadero placer estar allí con los amigos.
Al día siguiente volvimos a vernos para comer, y nada más terminar emprendimos el viaje de regreso, que nos esperaban 6 horas de coche y con un tiempo asqueroso porque no dejó de llover. Ahora solo queda echarlos de menos hasta que pueda volver a verlos en la Asamblea este verano, pero vuelvo del fin de semana con un buen sabor de boca por cómo ha transcurrido y cómo ha acabado todo.