miércoles, agosto 17, 2005

El sueño de una noche de verano.

Hoy me han cabreado. El gilipollas de mi jefe me ha pegado la bronca injustamente y me he cabreado, así que el resto de la mañana va a trabajar su padre.
A riesgo de que el concepto que tengais de mí baje bastantes enteros, os voy a contar lo que me pasó una noche el verano pasado. Ya lo tenía olvidado, pero lo he recordado porque anoche salió a cuento en la conversación que tenía con mis hijas y aún están riéndose de mí, y me temo que lo harán durante bastante tiempo.
Una noche, despierto de madrugada boca abajo con la sensación de que algo se está paseando por mi espalda. Era verano, las ventanas estaban abiertas y yo medio en bolas, así que no era improbable que algún tipo de bicho se hubiera colado. Pero si era un bicho, tenía que ser una araña de la XXL o una rata, porque lo que fuera me estaba cubriendo todo el omoplato derecho. Evidentemente me desperté con un ataque de pánico y empecé a gritar, a pegarle puñetazos a aquello, a arañar y rascar con todas mis fuerzas, pero lo que fuera seguía allí, sin moverse. Yo cada vez más acojonada y pegándole a aquello cada vez más fuerte, y a todo esto gritando como una posesa (oí las voces de algún vecino a quien había despertado).
Cuando empiezo a recuperar de verdad la conciencia y me despejo del todo, jadeante, sudorosa y acojonada, me doy cuenta de que estoy boca abajo, acostada sobre mi brazo izquierdo, y que lo que hay encima de mi espalda es... mi propia mano izquierda. Claro, como el brazo estaba completamente dormido no siento absolutamente nada, pero lo saco de debajo de mi cuerpo, empiezo a sacudirlo y a abrir y cerrar la mano para que la sangre vuelva a circular, y cuando por fin recupero el sentido del tacto... la hostia, qué dolor de mano¡ Cosa bastante normal, porque al encender la luz veo que tengo la mano izquiera llena de arañazos, chorreando sangre y amoratada como si le hubiera pasado un camión por encima.
Me tuve que desinfectar las heridas y vendarla porque tenía los nudillos despellejados y las falanges atrofiadas como una garra. Cuando me preguntaban qué me había pasado en la mano decía de coña que me habían atacado durante la noche (lo cual era cierto, vamos, me había atacado vilmente mi mano derecha).
Eso sí, que se ande con mucho cuidado cualquier bicho que tenga pensado posarse en mi espalda, porque no tengo piedad. Seré tonta del haba, que casi me automutilo...
Una noche tambien me desperté boca abajo pero con la cabeza mirando el techo como la niña del Exorcista, pero esa ya es otra historia y debe ser contada en otra ocasión. A veces pienso que deberían atarme a la cama para dormir.

9 comentarios:

Darko dijo...

Prométeme que no te enfadarás si, llegado el caso, después de una noche de pasión, cuando acabe el sexo... me voy a dormir al salón.

Un beso.

infopoeta dijo...

Jejeje, eres peligrosa para ti misma... :D. Bueno, o eso, o tu derecha odia mucho a la izquierda... :D

Gorpik dijo...

No va a bajar el concepto que tengo de ti por esta historia, es una cosa muy normal que nos puede pasar a todos.

Es broma. Si la próxima vez que nos crucemos miro hacia otro lado, ya sabes por qué es.

Unknown dijo...

Recuerdame que me asegure de que estás despierta la próxima vez que te salude ...

:-D

. dijo...

Reina, a lo de niña del exorcista no me vas a ganar. No veas los berridos que pega la gente que alguna vez ha dormido conmigo cuando se despiertan a medianoche y me miran... Porque entre los pelos de loca que se me ponen y que a veces me quedo dormida con los ojos abiertos (cosa rigurosamente cierta) estoy de un "naïf" que ni te cuento :P

Carlitos Sublime dijo...

Mujer, qué peligro tienes... ¿Siempre eres tan 'impetuosa'? Jejeje... Me ha hecho mucha gracia tu post, aunque supongo que la experiencia en que se basa a ti no te hizo ninguna. Ya lo decía el Principito: "Nada es perfecto".
Saludos

Darko dijo...

He añadido tu blog a mi lista de links, espero que no te importe.
Saludos.

Anónimo dijo...

Compartir cama con usted debe de ser toda una aventura.

Saludos.

nocheoscura dijo...

¡Qué bueno!... me recuerda a mi perro, que daba vueltas y vueltas para coger la cola y luego se la mordía...

Un saludo.