martes, mayo 15, 2007

Por todos los médicos cojonudos del mundo

Como algunos sabreis (y si no, ahora ya lo sabeis), trabajo en un centro médico como recepcionista, y tengo lógicamente varios compañeros médicos. Curiosamente, cada uno de ellos parece representar un arquetipo distinto de médico, pero tienen en común que procuro tener la mínima relación posible con ninguno de ellos. Excepto con una.

Hay varios médicos a los que apenas conozco porque trabajan haciendo reconocimientos laborales a empresas en unidades móviles, y apenas portan por la clínica. Son casi invariablemente extranjeros, porque es poco menos que imposible encontrar médicos nacionales que quieran hacer eso, aparte de que mientras el listón está tan alto para acceder a la carrera en España, los títulos de los extranjeros se homologan automáticamente, con mucho papeleo pero sin prueba de conocimientos. Tenemos tres médicos rusos que apenas saben hablar español y mucho menos recetar un medicamento y sin embargo pueden ejercer sin problema alguno la medicina, pero ese es otro tema y no me extenderé porque me quemo.

En la clínica conmigo hay cuatro médicos: uno de estos rusos a la espera de conseguir la homologación del título, y mientras tanto lo mantienen entretenido con cualquier tarea que luego yo tengo que rehacer, porque no sabe leer ni escribir español. Podrían darle una caja de Plastidecores y unos folios y saldría más rentable. No sé por qué se hizo médico, no le conozco lo suficiente, pero por lo que veo ser médico en Rusia es como ser informático en Mensa.

El médico número dos es el titular. Viene a la oficina 2 ó 3 horas por semana a firmar papeles aunque en realidad se las pasa en el bar. Le importa todo una soberana mierda siempre y cuando tenga sus 4 ó 5 mil euros ingresados a primeros de cada mes. Si necesitas comentarle alguna incidencia porque le compete a él solucionarla, te dirá que se ocupará de ello en breve y lo archivará directamente en la papelera. Se hizo médico para ganar pasta, y además se las ingenió para hacerlo sin dar palo al agua.

El número tres lleva una pegatina en la frente que dice "Ríndeme pleitesía, soy DOCTOR". Para él existen dos clases de personas: los médicos y los ignorantes con los que hablar es una pérdida de tiempo. Procura que nadie olvida en ningún momento su rango y condición, por eso yo lo llamo por el diminutivo más cutre de su nombre de pila. Habla para sentar cátedra y ya lo he pillado un par de veces inventándose palabros por no reconocer que no se acuerda del nombre correcto. Se hizo médico por el prestigo social, creo que nunca ha ejercido la medicina asistencial para no mancharse. Seguramente en su casa siempre fue la última mierda y aún busca la forma de quitarse la espina.

La número cuatro es M., una mujer que trabaja a tiempo parcial. Se encarga de tareas menores pero que tiene que hacer un médico al fin y al cabo (y que el ruso no sabe y los otros dos no quieren). Los administrativos tenemos que preguntarle a menudo por la terminología médica, nombre de medicamentos, etc, y siempre te responde con normalidad, no como si fueras gilipollas sino que eres un lego en medicina. No pierde nunca la paciencia por nuestra ignorancia porque entiende que la médico es ella y es su trabajo instruirnos para que podamos hacer el nuestro. No pasa de nosotros, se interesa por su sus compañeros.
Cuando algunos de nosotros se encuentra mal o tiene algún problemilla médico, por alguna razón, todos acudimos a que M. nos recomiende algo, es la única que nos inspira confianza por la dulzura con te habla y la simplicidad con que explica las cosas, no tratando de demostrar que ella es médico y tú eres tonto.

La he visto pegarle una bronca impresionante a un empresario por no haber informado a sus empleados ecuatorianos y marroquíes de que tienen derecho a asistencia médica general, y a una mutua para accidentes laborales. Le hierve la sangre cuando vé a una embarazada (generalmente extranjera tambien), trabajando en el campo doblando el lomo, y ha cogido el teléfono para llamar a su jefe y ha montado la de dios.
Nunca olvida que detrás de cada informe de papel hay un ser humano, y que su decisión va a afectar a su vida.
Una mañana en la sala de espera, un paciente sufrió un ataque de epilepsia justo a mis pies. Mientras yo solo acertaba a meterle un bolígrafo entre los dientes para que no se mordiera (joder, es muy impresionante cuando no lo has visto nunca), M. llegó corriendo y sujetó la cabeza del paciente en su regazo para frenar las convulsiones, mientras éste le ponía perdida la falda de vómitos y babas. "No importa, no importa", decía ella.
Cuando remitió el ataque llamamos a la ambulancia mientras ella se quedó todo el rato al lado del paciente, tranquilizándolo y cogiéndole la mano para que se le fuera el susto. No necesito decir porqué M. se hizo médico, y no es que sea nueva y eso, lleva sus buenos 15 años haciendo esto.

Como estaba escrito, tenía que marcharse algún día porque una mujer así aquí dentro es como usar pan de oro como papel higiénico. Ha tenido una oferta estupenda en la que podrá ejercer como médico titular, con su especialidad y un importante aumento de sueldo. Cómo envidio a la empresa que se la lleva.
Esta mañana la hemos despedido, le hemos hecho un regalo y nos hemos dado un fuerte abrazo. Se nos han saltado un poco las lagrimillas a las dos porque ella y yo habíamos conectado especialmente bien, es la única persona con la que me identificaba en este antro que ahora se queda mucho más vacío.
Estaba toda la plantilla y no procedía, pero me hubiera gustado decirle que habría sido estupendo poder llegar a ser su amiga, y que ha sido un honor conocer a una médico de una calidad humana y profesional tan excepcional como ella. Pero como no ha sido posible, os lo digo a vosotros.

Por M. y por todos los que se hicieron médicos por la única razón que merece la pena.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Hay personas maravillosas que pasan con frecuencia, de uno u otro modo, por nuestras vidas, y que te hacen sentir que te ha tocado un ángel.

Fantine dijo...

El caso númeor tres es muy habitual en la profesión médica. Y lo mejor es que muchos de los que te exigen que les llames doctor no han hecho el doctorado, cuandolos que si lo tiene pasan mucho mas de ese tema.

Egoistamente, es una pena que la única persona decente se haya marchado, aunque para ella es lo mejor que le ha podido pasar. Ahora solo te falta a ti encontrar un trabajo por lo menos con mejor ambiente :)

Gorpik dijo...

Por M.

Rapunzell dijo...

Es bueno saber que te puede tocar una médica de tipo tres.